Del 'monstruo' al 'jugador': escepticismo y 'verdadera filosofía - El carácter de la "verdadera filosofía" en David Hume - Libros y Revistas - VLEX 850620932

Del 'monstruo' al 'jugador': escepticismo y 'verdadera filosofía

AutorÁngela Calvo de Saavedra
Páginas329-452
329
Capítulo 3
Del “monstruo” al “jugador”:
escepticismo y ‘verdadera filosofía’
Esta duda escéptica […] es una enfermedad (malady) que nunca puede
ser curada del todo, sino que tiene que acecharnos en todo momento,
por más que la ahuyentemos a veces y ocasionalmente podamos
parecer libres por completo de ella […] Como la duda escéptica surge
naturalmente de una reflexión profunda e intensa […] aumentará cuanto
más avancemos en nuestras reflexiones, lo mismo si la confirman
que si se oponen a ella. solo la desatención y la despreocupación1
pueden procurarnos algún remedio (THN 1.4.2.57, SB 218, FD 314).
Mi interés en este capítulo es mostrar cómo el desarrollo mismo de la
ciencia del hombre genera el reto escéptico que pone en cuestión su pro-
yecto naturalista,2 para lo cual es innecesario un análisis detallado de los
llamados tópicos escépticos –la idea de conexión necesaria, la existencia
1 El texto en inglés dice “carelessness and in-attention”, expresión que Félix Duque traduce como
“falta de atención y descuido”, lo cual resulta inadecuado puesto que, según el uso de los
antiguos, adoptado en el siglo
XVIII
, “carelessness” denota libre de preocupaciones, sin ansiedad,
sin perturbación, sereno, seguro, jovial. Su sentido es diferente al actual: algo poco riguroso,
realizado sin la debida atención o de manera descuidada (véase Baier, 1991, 1-2; Sessions,
2002, p. 5). La importancia de esta precisión estriba en que es la expresión que Hume usará
para caracterizar la forma idónea de proseguir la investigación filosófica tras el encuentro con
el escepticismo: “philosophy in this careless manner” (THN 1.4.7.14, SB 273, FD 382).
2 Propósito similar al de la últma obra de Fogelin, publicada cuando buena parte de este capítulo
estaba ya escrita: “I now lay more stress in the claim that Hume’s pursuit of a science of human
nature itself generates a skeptical challenge that calls his naturalistic program into question
[…] Rather than an analysis of Hume’s skepticism of the kind presented in Hume’s Skepticism in
the Treatise of Human Nature, this work presents a narrative account of how his skeptical crisis
arises as Hume’s investigations penetrate more and more deeply into the operations of human
understanding” (Fogelin, 2009b, p. 3).
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de los objetos externos y del mundo interno o identidad personal–, te-
mas sobre los que existe abundante literatura; basta mirar con cuidado
la Conclusión del libro 1, donde el autor narra la crisis que le suscitaron
los argumentos escépticos así como su importancia en la articulación y
justificación de la ‘verdadera filosofía’. En los siguientes apartados, bajo
el supuesto de que los efectos de la crisis perduran pero se refinan en las
obras ulteriores al Tratado, me referiré al ensayo “El escéptico” y al “es-
cepticismo mitigado” propuesto en la Investigación sobre el conocimiento
humano,3 su postura definitiva para la ‘verdadera filosofía’, puesta en acto
en Diálogos sobre religión natural.
En el tratamiento del escepticismo humeano, como el título del
capítulo lo indica, reconstruiré la trayectoria que va de la desesperación
al descubrimiento del talante apropiado para embarcarse de nuevo en la
actividad filosófica y poderla justificar. Los puntos de partida y de llegada
son las metáforas del monstruo y del jugador. Hume, en la Conclusión del
libro 1 del Tratado –epígono de su tormentosa travesía en medio de los
argumentos escépticos–, en la cual ha puesto a prueba su anatomía del
entendimiento, describe su situación como la del tripulante que en su
viaje (voyage) difícilmente ha logrado escapar del naufragio y, sin embar-
go, siente tener la temeridad suficiente para continuar en la averiada em-
barcación hasta dar la vuelta al mundo, empresa análoga a su pretensión
de llevar a feliz término el proyecto de la ciencia de la naturaleza humana.
No obstante, los tremendos escollos enfrentados han afectado su ánimo:
se siente aprensivo y melancólico al darse cuenta de la debilidad irreme-
diable de las facultades con que cuenta para proseguir su investigación.
3 Entre la publicación del Tratado y la escritura de la Investigación, hay un documento útil para
esclarecer el punto que me interesa: la Carta de un caballero a su amigo en Edimburgo, en la cual se
defiende de las acusaciones que respaldaron el rechazo de su nombre para la cátedra de filosofía
moral en Edimburgo, en 1745. Con relación a ella, Norton recomienda cierta reserva, puesto
que no fue escrita para ser publicada y se llevó a la prensa sin revisión ni consentimiento del
autor. La historia de la carta, hallada por Ernest Campbell Mossner en 1966, es la siguiente:
estaba dirigida a Mr. Couts, Lord Provost de Edimburgo, pero Hume la envió primero a su
amigo Henry Home para que la revisara: este decidió enviarla a dos periódicos de la ciudad (21
de mayo de 1745), sin consultarle a Hume, quien no tuvo conocimiento de ello puesto que se
hallaba en St. Albans, como tutor del Marqués de Annandale. Las circunstancias anteriores
impiden aseverar si se produjo o no una alteración en el documento antes de su publicación
(véase Norton, 1982, p. 44, n.34). Una valoración distinta de la carta hace Jessop, quien la
considera una adición importante al canon humeano, por ser la única fuente conocida que
permite acercarse a la opinión que a Hume le mereciera el Tratado antes de la publicación de
la Investigación (véase Jessop, 1976, p. 10).
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Del “monstruo” al “jugador”: escepticismo y ‘verdadera filosofía’ 331
En primer lugar, me siento asustado y confundido por la desamparada soledad en
que me encuentro con mi filosofía; me figuro ser un extraño monstruo salvaje (I
fancy myself some strange uncouth monster) que, incapaz de mezclarse con los demás y
unirse a la sociedad, ha sido expulsado de todo contacto con los hombres, y dejado
en absoluto desamparo y desconsuelo. (THN 1.4.7.2, SB 264, FD 371)
Este sentimiento es superado y la investigación de las pasiones y
la moral sigue su curso con un compromiso renovado de parte de su
autor, pero la experiencia de la crisis ha dejado su huella, de manera
que se convierte en dispositivo de la transformación de su actitud y de
su concepción del carácter y del valor de la ‘verdadera’ filosofía. Como
puerto final he elegido la metáfora del jugador, a partir del paralelo que
establece Hume entre la pasión por el juego y la pasión por la filosofía, la
curiosidad o el amor a la verdad, placenteras más por su ejercicio que por
los resultados obtenidos, en la última sección del libro 2 del Tratado. La
actitud del jugador captura, a mi juicio, la identificación de la ‘verdadera
filosofía’ con el “escepticismo mitigado”.
La travesía (
voyage
) de Hume
El origen
Es sensato preguntar por qué, justo cuando cree haber mostrado la “ver-
dad” de sus hipótesis acerca del operar del entendimiento –o mejor, de la
imaginación– y de sus efectos, momento en el cual termina el interludio,
Hume toma la decisión de confrontar su sistema con otros, en particular
con el escepticismo. Se pueden aducir al menos dos razones.
La primera razón es histórica: la pérdida de autoridad de la explica-
ción metafísica aristotélica, hizo que el mundo intelectual del Renaci-
miento volviera la mirada hacia los antiguos escépticos, cuyas obras se
traducen y se leen con creciente interés desde el siglo
XVI
. Como lo han
mostrado los estudios de Richard Popkin, el escepticismo –en especial
el pirrónico– jugó un papel crucial en la construcción de la ciencia y la
filosofía modernas (véase especialmente Popkin, 1982, 1993, 2003). A
partir de Montaigne, los argumentos del pirronismo griego cobraron
importancia como medios para atacar el platonismo renacentista, el
escolasticismo, el calvinismo, la astrología, la alquimia e infinidad de
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