Participación política - Procesos teóricos - Psicología social y política : procesos teóricos y estudios aplicados - Libros y Revistas - VLEX 929297861

Participación política

AutorElena M. Zubieta, José F. Valencia y Gisela I. Delfino
Páginas182-213
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Gisela I. Delno* y José F. Valencia**
Concepto de participación política
La participación política, tradicionalmente, fue considerada durante mucho
tiempo a través de su forma de expresión más habitual: el voto. De hecho, los
primeros estudios, que se remontan a más de cincuenta años, se centraron sobre
las razones de la participación y/o abstención electoral (Campbell, Gurin y Miller,
1954; Lazarsfeld, Berelson y Gaudet, 1948). Sin embargo, actualmente, el voto es
uno más entre otros múltiples recursos de los que dispone el sujeto para incidir
en el mundo político.
Ahora bien, más allá del voto, ¿qué se entiende por participación política?
Sabucedo (1996) plantea que “todos los autores que abordan esta cuestión tienen,
implícita o explícitamente, una concepción más o menos elaborada, respecto a
qué conductas cabe calicar como participación política” (p. 86). Asimismo, una
amplia gama de autores se han dedicado a estudiar distintas conductas que darían
cuenta de la participación política.
En su revisión de los estudios dedicados a analizar la ecacia política y par-
ticipación, Klandermans (1983 en Sabucedo, 1996; ver también Valencia, 2007)
destaca como dicultad en la evaluación de los trabajos, la diversidad con que ha
sido operacionalizada la variable acción política.1
Por su parte, Milbrath (1965) compara estudios realizados hasta principios
de los 60, con el objetivo de conocer cómo y porqué la gente se involucra en la
política. Como resultado de su análisis subraya la importancia de contar con una
denición que distinga las acciones políticas de las no políticas, a la vez que dene
a la participación política como “el comportamiento que afecta o busca afectar las
decisiones del gobierno” (p. 1). Sostiene que la política de las organizaciones no
gubernamentales (e.g. iglesias) no está contemplada en la denición y explica que
la acción política puede tener distintas sub-dimensiones o características. Para
este autor, la participación política es acumulativa, esto es, quienes realizan una
acción tienden a realizar otras, y las distintas formas pueden ser ordenadas sobre
1. En la literatura sobre participación política suelen utilizarse acción y participación como sinónimos
(en los escritos en inglés suelen aparecer los términos behavior y participation).
* Universidad de Buenos Aires, CONICET, Argentina.
** Universidad del País Vasco, San Sebastián, España.
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una pirámide en la que las formas que suelen ser realizadas con más frecuencia
están en la base y las que cuentan con menos adhesión se ubican en su extremo
superior. Las acciones incluidas son, en orden ascendente: exponerse a estímulos
políticos, votar, iniciar una discusión política, llevar un pin o un adhesivo en el
auto, contactar con políticos, donar dinero a un partido o candidato, asistir a una
reunión política (mitin), contribuir con tiempo en una campaña política, ser un
miembro activo de un partido político, participar en las reuniones estratégicas del
partido, pedir fondos o dinero para la política, ser candidato y dirigir un partido.2
En otro de los trabajos clásicos, Verba y Nie (1972) denen la participación
política como aquellas actividades realizadas por ciudadanos privados que están
destinadas a incidir en la decisión del personal gubernamental y en las acciones que
ellos toman. Excluyen de la denición las formas pasivas, la desobediencia civil y la
violencia política, los esfuerzos para cambiar o mantener la forma de gobierno, las
acciones que se desarrollan por fuera de la esfera del gobierno, las movilizadas por
el gobierno y los resultados no previstos y señalan, al igual que lo hacen algunos
autores posteriores (e.g. Booth y Seligson, 1978), a la actividad en la comunidad
como una de las categorías de participación política. Según Conge (1988), muchos
autores han considerado esta denición como demasiado reducida y han buscado
alcanzar una conceptualización más amplia del término.
Barnes y Kaase (1979) se centran en el análisis tanto de la participación conven-
cional como en la protesta y violencia política en Austria, Gran Bretaña, Holanda,
Estados Unidos y Alemania Occidental. A través de encuestas realizadas en 1974,
primero analizan las actividades políticas convencionales –leer sobre política en el
diario, hablar de política con amigos, convencer a otros para que voten igual a uno,
trabajar para resolver problemas de la comunidad, asistir a reuniones políticas,
contactar o relacionarse con políticos y realizar campaña para algún candidato– y,
luego, describen las actitudes de los entrevistados hacia la desobediencia civil y la
violencia política. En especial, se interesan por lo que denominaron “potencial de
protesta, esto es, la tendencia que presentan los sujetos a participar en formas no
convencionales de acción política como medio para reparar o corregir; a saber,
el uso de tácticas o prácticas de presión como ser: peticiones, manifestaciones,
boicots, huelgas legales e ilegales, ocupación de edicios, cortes de tránsito, daños
a la propiedad y violencia personal (Kaase y Marsh, 1979a). En opinión de estos
autores, la conceptualización de participación política, para ser representativa de
la visión de la política presente en Estados Unidos y Europa Occidental, debe con-
templar la protesta y la violencia. Así, denen la participación política como todas
las acciones voluntarias realizadas por los ciudadanos con el objetivo de inuir
tanto de forma directa como indirecta las opciones políticas en distintos niveles
del sistema político (Kaase y Marsh, 1979b).
Al igual que Barnes y Kaase (1979), Nelson (1979 en Conge, 1988) en su con-
cepción de participación política incluye las acciones ilegales y violentas. Dene
la participación política como la acción realizada por ciudadanos privados con
2. Para la última forma no se presenta la traducción literal (holding public and party oce).
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el objetivo de inuir las acciones o la composición del gobierno nacional o local.
De este modo, su conceptualización incluye: (a) acciones ilegales y violentas que
buscan tener inuencia sobre el gobierno, (b) acciones conservadoras o “dentro
del sistema”, esto es, que buscan cambios en las decisiones gubernamentales y no
cambios en la forma de gobierno y (c) acciones que son movilizadas o manipu-
ladas por otros (elites o grupos de clase media) y excluye acciones como huelgas
realizadas por trabajadores, ya que entiende que para ser política la acción debe
estar orientada al gobierno.
Por su parte, Booth y Seligson (1978) denen la participación política como el
comportamiento que inuye o intenta inuir la distribución de los bienes públicos.
De este modo, además de considerar a las huelgas como formas de participación
política incluyen dentro de la noción de participación política actividades desarro-
lladas en el barrio o la comunidad que proveen servicios públicos que el gobierno no
puede proporcionar o no suministrará (e.g. mejorar calles o rutas en zonas rurales).
En un estudio sobre la relación entre participación política y racionalidad,
Uhlaner (1986) entiende que la participación política es un fenómeno instrumen-
tal, esto es, que la participación es intencional y se desarrolla como instrumento
para lograr nes políticos. Entre los actos que quedarían contemplados dentro de
esta concepción se incluyen: votar en las elecciones, donar dinero para partidos
y candidatos políticos, colaborar de distintas maneras en una campaña política,
contactar con funcionarios para expresarles una opinión o pedirles alguna acción,
tomar parte en actividades de alguna organización no partidaria que estén dirigidas
a cambiar alguna decisión pública (e.g. que se reparen las rutas locales, reclamos
ligados al uso de la energía nuclear), manifestarse, protestar y persuadir a otros
para hacer algunas de estas acciones y excluye: leer sobre política, pagar impuestos,
sentimiento de patriotismo. Sin embargo, aclara que el izar una bandera o el asistir
a un desle constituye o no participación política dependiendo de las circunstancias
o el contexto político.
A nes de los años 80, Conge (1988) presenta un artículo de revisión que resulta
claricador. Sobre la base de estudios clásicos (Barnes y Kaase, Booth y Seligson,
Nelson, Verba y Nie), el autor señala que las discrepancias entre las distintas apro-
ximaciones a esta cuestión, se plantean en torno a seis puntos: (a) formas activas
versus pasivas; (b) conductas agresivas versus no agresivas; (c) objetos estructurales
versus no estructurales; (d) objetivos gubernamentales versus no gubernamentales;
(e) acciones dirigidas versus voluntarias; (f) resultados previstos versus no espera-
dos. Dene la participación política como la acción individual o colectiva a nivel
nacional o local que apoya o se opone a las estructuras, autoridades y/o decisiones
relacionadas con la distribución o asignación de los bienes públicos y aclara que
la acción puede ser: (a) verbal o escrita, (b) violenta o no violenta y (c) de distinta
intensidad. Desde una posición muy cercana a la de este autor, Sabucedo (1989)
atribuye a la participación política las características de: instrumental, voluntaria
y no limitada por los criterios de legalidad. Explica que la participación política
hace referencia a aquellas acciones intencionales, legales o no, desarrolladas por

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