La economía del paramilitarismo - Paramilitarismo. Violencia y transformación social, política y económica en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 857250586

La economía del paramilitarismo

AutorRaul Zelik
Cargo del AutorEscritor, periodista y politólogo alemán
Páginas211-277
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7. LA ECONOMÍA DEL PARAMILITARISMO
Desde la década del 2000 ha habido un amplio debate sobre la relación entre
guerra y economía en Colombia. Especialmente se ha discutido acerca de los
efectos de la guerra sobre las tasas de crecimiento (Gaviria 2001, Echeverry,
Salazar y Navas 2001). En este punto los autores han coincidido en que un
acuerdo de paz influiría positivamente en el crecimiento, aunque difieren en
las cifras del posible beneficio para la economía nacional. Otro aspecto deba-
tido ha sido el fenómeno de la economía de guerra, es decir, la relación entre
delincuencia organizada y grupos armados ilegales (cf. Salazar y Castillo 2001,
Mejía Londoño 2001, Rocha García 2000, Manrique Medina 2000). De forma
análoga a las teorías de las “nuevas guerras” (cf. Münkler 2005b, Kaldor 2006),
se ha explicado la economía de la guerra en Colombia como un círculo vicioso
compuesto por estructuras armadas irregulares, narcotráfico y otros sectores
de la economía ilegal, que se retroalimentan y fortalecen mutuamente. Según
esta lectura, la crisis del monopolio de la violencia le abre puertas a la econo-
mía ilegal. A su vez, los ingresos de la economía ilícita contribuyen a debilitar
el monopolio del uso de la violencia.
Los vacíos de ambos ejes de la discusión son llamativos. El primero pasa
por alto que el desarrollo de las exportaciones agrarias, la explotación de zonas
periféricas y la disminución de los salarios no habrían alcanzado las dimen-
siones actuales sin la guerra paramilitar. En ese sentido, no puede verse dicha
guerra únicamente como un obstáculo para el desarrollo.
El segundo eje del debate deja de lado el hecho de que también los actores
armados regulares convierten la guerra en un negocio, y poseen, por ende,
un interés material en su perpetuación. Firmas privadas de servicios militares
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Raul Zelik
estadounidenses han recibido una parte considerable del Plan Colombia, en
el que se invierten de 300 a 700 millones de dólares anuales.
Antes de examinar de cerca estos aspectos, se esbozará la estructura actual
de la economía colombiana.
7.1. Estructura dE la Economía colombiana dEsdE 1980
La economía colombiana ha adquirido una posición intermedia en el contexto
latinoamericano. El país es mucho menos industrializado que Brasil, Méxi-
co, o incluso Argentina, pero dispone, al mismo tiempo, de una estructura
más diversificada que los otros países andinos. En este sentido, la economía
colombiana se caracteriza por la coexistencia de 1) un latifundio tradicional
explotado extensivamente; 2) el monocultivo de productos agrícolas basado
generalmente en el uso intensivo de la mano de obra; 3) la explotación tecno-
logizada de recursos naturales —especialmente en minería y petróleo— ejer-
cida por grandes inversionistas transnacionales; y 4) una industria nacional.
Es decir que en el marco de la globalización, estructuras retrógradas —como
el latifundio surgido en el sistema colonial de la encomienda1 y las relaciones
de dependencia que lo caracterizan— se integraron a una economía orienta-
da hacia la exportación y los mercados internacionales. En este contexto, las
estructuras conservadoras del latifundismo oligárquico no se deben ver so-
lamente como obstáculos para la modernización2. Por el contrario, ellas han
configurado formas específicas de acumulación de capital y han permitido la
integración a los mercados. Sistemas de poder latifundistas tradicionales se
han fusionado con formas de inversión y producción modernas, como se evi-
dencia, por ejemplo, en la economía palmera o en la floricultura.
Hay que destacar, además, que durante muchos años Colombia constitu-
yó, al igual que Chile, un caso especial en América Latina, por tener tasas de
crecimiento estables, incluso en la llamada “década perdida” de los ochen-
1 La encomienda era la concesión de tierras e indígenas que la corona española les hacía a los
conquistadores españoles, a cambio de que estos catequizaran a aquellos. Los indígenas
estaban obligados a trabajar para sus respectivos encomenderos. Oficialmente, la concesión
estaba condicionada a una protección mínima de los indígenas que impedía —en teoría— su
esclavización.
2 Recurrentemente se ha afirmado que el latifundio oligárquico ha constituido un obstáculo
para el desarrollo. Así, se argumenta por ejemplo que el éxito del sector agrario en Chile se
debe a que la reforma agraria que golpeó el poder del latifundio en los años sesenta se man-
tuvo también durante la dictadura de Pinochet. Desde esta perspectiva, la reforma sentó las
bases de una producción agraria más competitiva, que hoy constituye uno de los pilares de
la integración de Chile al mercado mundial.
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Paramilitarismo. Violencia y transformación social, política y económica en Colombia
ta. Colombia no se vio afectada por la hiperinflación ni por las espirales de
devaluación que caracterizaron al resto del continente, por ejemplo a Brasil,
Argentina o México. Solo a partir de los años noventa la deuda externa creció
considerablemente pasando de 17 mil millones de dólares en 1990 a casi 40
mil millones en el 2001. Según indica un estudio de la Contraloría General
de la República (2002), este desarrollo se debió a la creciente vulnerabilidad
de Colombia frente al flujo internacional de capital que ingresó al país. En el
marco de la “apertura económica” de corte neoliberal que se inició en 1987,
el país se abrió, tanto para inversiones extranjeras como para la exportación
de capitales, lo que condujo a un alza explosiva de la deuda externa privada.
Así, mientras en 1990 la deuda privada en el exterior apenas representaba el
15 por ciento de la deuda externa total, siete años más tarde superaba el 50
por ciento (ibíd.: 7). A esto se suma el crecimiento vertiginoso de los gastos
militares en el marco del Plan Colombia. Pese a que el plan aprobado en 1999
convirtió a Colombia en el tercer destinatario más grande de ayuda militar
norteamericana, también el Estado colombiano fue obligado a financiar la
modernización de sus Fuerzas Militares. El estudio de la Contraloría Gene-
ral de la República muestra que, para este fin, el Estado acudió sobre todo al
crédito externo.
Muchos autores han explicado la relativa estabilidad de la economía co-
lombiana por los efectos positivos del narcotráfico —apenas en 1999 se dio
una crisis económica grave, que duró dos años—. Efectivamente, el flujo de
divisas ilegales protegió al peso colombiano ante la devaluación y las caídas
cambiarias. Sin embargo, los cálculos de los analistas sobre el peso que ha
tenido la economía de las drogas durante los últimos 30 años difieren consi-
derablemente entre sí. El economista colombiano Hernando Gómez calcula
que los ingresos del narcotráfico constituyeron entre el 1,7% y el 9,4% del
producto interno bruto entre 1981 y 1988. Según Salomón Kalmanovitz, quien
fue miembro de la junta directiva del Banco de la República, dichos ingresos
oscilaron entre el 9,2% y el 14,8% para el mismo período (cf. Lessman 1996:
203). Estudios más recientes hablan de cifras mucho más bajas. Rocha (2011:
85) afirma, por ejemplo, que el narcotráfico generó, a partir de 2009, el 0,3%
del PIB. Esto contrasta, no obstante, con la observación de que las cantida-
des de exportación y los precios del mercado se han mantenido relativamente
estables3 y con el hecho de que la extensión del área dedicada al cultivo de
3 De acuerdo con Rocha García (2000: 71 y cuadro 9), en los años noventa el precio al por
mayor de un kilo de cocaína para la venta en el exterior osciló entre los 11.000 y los 10.500
dólares; hoy el mismo kilo al por mayor y en tránsito hacia EE.UU. sigue costando en

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