Las instituciones en el Banco de Prueba. ¿Los derechos de propiedad en el corazón de los modelos de crecimiento?
Autor | Gérard Béaur ? Jean-Michel Chevet |
Cargo del Autor | EHESS & CNRS, CRH & GDRI AAA, Paris; INRA-ISVV/CERVIN, Bordeaux |
Páginas | 33-58 |
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LAS INSTITUCIONES EN EL BANCO
DE PRUEBA. ¿LOS DERECHOS DE
PROPIEDAD EN EL CORAZÓN DE LOS
MODELOS DE CRECIMIENTO?
Gérard Béaur – Jean-Michel Chevet1
Existe actualmente en el mundo alrededor de 50% de población rural y de
ninguna manera se puede armar que los problemas del campo ya hayan
quedado detrás nuestro, puesto que atañen directamente a la mitad de los
habitantes del mundo. La cuestión de las raíces del desarrollo agrícola es un
tema urgente en un planeta sacudido periódicamente por hambrunas, las que
observamos, dicho sea de paso, con cierto desinterés una vez que ya se superó
el primer reejo de conmiseración. De aquí hasta 2050 se estima que habrá
que producir 50% de alimentos más para nutrir a una población en creci-
miento, y se arma que las primeras tensiones en el mercado de los productos
alimenticios deberían ocurrir hacia 2020. La cuestión de la tierra sigue siendo
particularmente aguda en un mundo en que millones de hombres y mujeres
luchan por conservar o conseguir un pedazo de tierra y se enfrentan a un
amplio movimiento de conscación del suelo llamado el landgrabbing2.
La presión sobre la propiedad de la tierra aumenta entonces cada día en un
planeta cuya supercie es nita, y sería poco atinado creer que los problemas
ligados a la tierra ya pertenecen al pasado ¿Podemos ajustar esas realidades
como lo hace la contabilidad mediante su cuenta de “pérdidas y ganancias”?
1. EHESS & CNRS, CRH & GDRI AAA, Paris; INRA-ISVV/CERVIN, Bordeaux.
2. En la larga bibliografía dedicada al land grabbing ver, Luna, 2016. Remitimos también, Luna, 2013.
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Las instituciones en el banco de prueba. ¿Los derechos de propiedad en el corazón de los modelos de crecimiento?
Por supuesto que no. En ese contexto, para echar luces sobre los intereses que
rodean a nuestras sociedades contemporáneas, parece razonable orientarnos
mediante la observación histórica, que constituye nada menos que un campo
experimental, el único posible, si no queremos conar en los cálculos amné-
sicos de los expertos y si deseamos encarar efectivamente el problema de las
condiciones del crecimiento3.
Eso puede ser facilitado si recordamos que los historiadores ya se han interro-
gado durante mucho tiempo sobre las raíces de ese crecimiento en las socie-
dades que llamaremos por comodidad “preindustriales”.
Hoy más que nunca, una especie de misterio envuelve esa fase de crecimiento
que propulsa a la agricultura en Europa a partir del siglo XVIII (Béaur, 1996).
No han faltado, sin embargo, explicaciones múltiples y en competencia unas
con otras, desde la innovación técnica hasta el crecimiento de Smith, pasando
por la superioridad biológica, cognitiva o física de ciertos pueblos, la inuen-
cia benéca del Estado y de las instituciones. Ninguna ha resultado ser deci-
siva e incuestionable4.
Una tendencia reciente de la historiografía otorga a la última de las explica-
ciones, esto es a las instituciones, un papel esencial y, para decirlo con una
única palabra, suciente (North, 1990, 2005; North & omas, 1973). Así,
para algunos historiadores, habría sido suciente promover reformas insti-
tucionales para que se abriera por n un futuro radiante. La responsabilidad
de ese cambio habría incumbido al Estado, entendiendo por eso que habría
sido la llegada del Estado moderno la que habría liberado la producción de
las trabas que la frenaban. Así, al interesarse en los derechos de propiedad y,
por consiguiente, al liberar el mercado de la tierra, se podría desencadenar un
círculo virtuoso que resolvería el problema del crecimiento. No pretendemos
de ninguna manera que sea mejor tener malas instituciones que buenas, pero
dudamos de que sea suciente el hecho de tener buenas instituciones para
tener una buena agricultura.
3. Sobre el crecimiento, ver en particular, Homan, 1996 y las producciones recientes de Pinilla, 2009;
Olson & Svensson, 2011 y Béaur & Chevet, 2014.
4. El crecimiento de Smith, sostenido entre otros por , Grantham, 1993. Simplicando mucho, la des-
igualdad genética es propuesta por Clark, 2007. La desigualdad, producto del acceso desigual a los recu-
ros alimenticios, es defendida por, Kelly & O’Grada, 2012.
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