Propiedad y explotación de tierras y capitales: dos instituciones eclesiásticas hispánicas del siglo XVIII. San Pelayo (Asturias) y la Buenamuerte (Lima) - Derechos de propiedad y crecimiento económico en la historia agraria - Libros y Revistas - VLEX 935531248

Propiedad y explotación de tierras y capitales: dos instituciones eclesiásticas hispánicas del siglo XVIII. San Pelayo (Asturias) y la Buenamuerte (Lima)

AutorPablo F. Luna
Cargo del AutorEHESS-CRH-Erhimor. CRICEC. Paris Sorbonne. Julio de 2015
Páginas171-204
171
PROPIEDAD Y EXPLOTACIÓN
DE TIERRAS Y CAPITALES: DOS
INSTITUCIONES ECLESIÁSTICAS
HISPÁNICAS DEL SIGLO XVIII.
SAN PELAYO (ASTURIAS) Y LA
BUENAMUERTE (LIMA)
Pablo F. Luna1
El objetivo de este artículo es presentar y confrontar dos formas distintas de
poseer y administrar el patrimonio eclesiástico (tierras y capitales) y de orga-
nizar su explotación económica, por parte de dos instituciones eclesiásticas del
clero regular (una femenina y otra masculina), situadas en dos espacios dife-
rentes del mundo hispánico durante el siglo XVIII. Efectivamente, se trata de
comparar, es decir, de establecer las similitudes y diferencias en el seno de un
mismo grupo o corporación del Antigüo Régimen Hispánico, ante cuestio-
nes de uso y posesión de la tierra, producción agrícola y empleo de los capi-
tales generados. Un ejercicio que seguramente habría que codicar y aplicar a
otros territorios e instituciones, con la nalidad de articular una metodología
de trabajo más general respecto a instituciones que (hoy lo sabemos) se apres-
taban a atravesar, por razones no muy diferentes, una transición muy compleja.
En primer lugar, presentaremos la evolución patrimonial, nanciera y eco-
nómica del monasterio de San Pelayo de Oviedo (Asturias), perteneciente a
1. EHESS-CRH-Erhimor. CRICEC. Paris Sorbonne. Julio de 2015
172
Propiedad y explotación de tierras y capitales: dos instituciones eclesiásticas hispánicas del siglo XVIII.
San Pelayo (Asturias) y la Buenamuerte (Lima)
la rama femenina benedictina española. Luego, en segundo lugar, haremos
lo mismo con el convento de la Buenamuerte de Lima (Virreinato de Perú),
de la orden masculina de los Agonizantes o Camilos. Si se trata de agrupar,
de contrastar magnitudes y cuanticar (ciertamente lo haremos, cuando sea
posible y necesario) intentaremos sobre todo examinar mecanismos, formas
especícas de valorizar el patrimonio inmueble, de hacerlo rentable, de acu-
mularlo, de conservarlo, y sus consecuencias nancieras. Y también tratare-
mos de examinar, cuando sea posible, cómo se modican dichos mecanismos
y comportamientos durante el siglo XVIII, con respecto a prácticas anteriores,
formulando hipótesis posibles de interpretación que permitan comprender
tales mutaciones2.
El monasterio de San Pelayo: riesgos y ambigüedades del auge
Para comenzar entonces este ejercicio, analizaremos la problemática descrita
para el monasterio de San Pelayo de Oviedo, de Asturias, en el septentrión
español. En primer lugar, es necesario presentar algunos elementos del con-
texto general, geográco, demográco y económico, en el que evoluciona
dicha institución, en el Principado de Asturias, situado en el norte de la penín-
sula ibérica, entre Galicia, León y Cantabria. Se trata de un territorio relativa-
mente accidentado y montañoso, que desciende hacia una amplia costa cantá-
brica y que articula valles costeros y valles de montaña. La pequeña y mediana
posesión de tierras y la pequeña y mediana explotación agrícola ocupan un
lugar importante sin que parezca haber mucha diferencia entre el tamaño de
la supercie de las posesiones costeras y las montañosas. La agricultura alterna
con la crianza de ganado, en una conguración variada en función de la geo-
grafía regional y las posibilidades climáticas y ecológicas. Las tierras y bosques
comunales y su uso colectivo también son importantes en esta España septen-
trional y complementan la explotación agrícola familiar (Barreiro, 1990).
El actualmente denominado “paraíso natural” asturiano, en el norte de España,
era sin embargo la “Siberia Española” del siglo XVIII. No porque hiciera exce-
sivo frío o porque fuera un “desierto” demográco —de hecho no lo era—,
2. Con este objetivo, vamos a apoyarnos en trabajos anteriores efectuados y publicados, incluso en inves-
tigaciones que se encuentran actualmente en curso de edición, y que constituyen avances parciales en la
problemática señalada. Ver, al nal de este artículo, las fuentes primarias revisadas y la bibliografía que
se ha movilizado para la elaboración del presente artículo.
173
Pablo F. Luna
sino sobre todo por su aislamiento con respecto al reino de Castilla debido a la
cordillera cantábrica. Había, hacia nales del siglo XVIII, sobre un territorio
de más o menos 10 mil kilómetros cuadrados, algo menos de 400 mil habitan-
tes (Anes, 1988; García, 1988; Gómez, 1993; López, 1999; Luna, 2017b).
Al interior de espacios cerealeros de invierno, en medio de tierras incultas
(2/3 del total), la introducción del maíz americano, a comienzos del siglo
XVII, había permitido enriquecer una agricultura desigual y de subsistencia,
así como estimular signicativamente una demografía que había entrado en
crisis en el cuadro de la depresión general ibérica del siglo XVII. Se desarro-
llaba asimismo una trashumancia ganadera extendida, dentro de una super-
cie accidentada y con abundantes bosques comunales —como ya lo indica-
mos. La introducción de la papa o patata americana, desde mediados del siglo
XVIII, y un aumento global de la supercie de cultivo —gracias a roturas de
baldíos y comunales—, habían vuelto a potenciar una demografía cuya expan-
sión ya se había transformado en un rasgo característico de toda la España del
norte y noroeste (Barreiro, 1990; Baz, 1996).
Ciertamente, no estábamos en una España (o Castilla) rica o en un espacio
semi-tropical, a pesar de formar parte el Principado de Asturias de la denomi-
nada España húmeda. No era tampoco una región de concentración de tierras,
comparable a la España meridional. Pero había latifundios, nobles y religio-
sos, y la minifundización que había podido inducir desde la época medieval
el foro entéutico (Jove y Bravo, 1883; Quirós, 1978; García Fernández, 1988;
Luna, 2007, 2017c). En esta España septentrional, la pequeña y baja nobleza
—la hidalguía— se hallaban singularmente extendidas, pero eran nobles
pobres, precarios o “venidos a menos”. Las órdenes religiosas, los conventos,
colegialas, monasterios y abadías, formaban parte de los principales poseedo-
res de tierra y detentores del dominium eclesiástico3.
El benedictino monasterio femenino de San Pelayo de Oviedo era entonces
una de las principales entidades eclesiásticas asturianas. Fundado en el siglo
X, su patrimonio urbano y rural se constituyó paulatinamente desde la baja
3. La determinación de la verdadera magnitud de las posesiones eclesiásticas en el Principado de
Asturias queda todavía por efectuar. Los contemporáneos del siglo XVIII (por ejemplo Jovellanos) la
consideraban muy grande y extendida. Estudios recientes tienden a reducir su amplitud, a favor de la
posesión de la pequeña y mediana hidalguía.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR