Conclusión. 'Esta utopía? esta posibilidad de seguir soñando' - Orígenes sociales de los derechos humanos: violencia y protesta en la capital petrolera de Colombia, 1919-2010 - Libros y Revistas - VLEX 879444786

Conclusión. 'Esta utopía? esta posibilidad de seguir soñando'

AutorLuis van Isschot
Páginas305-325
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Conclusión
“Esta utopía… esta posibilidad de seguir soñando”
Creo que la gran virtud de los defensores de derechos humanos
en el Magdalena Medio es que son defensores de derechos
humanos por opción, son defensores que tienen que jugarse la
vida en defensa de la vida de los demá s, y de sus propias vidas.
Tiene un valor importante. Conozco a defensores de derechos
humanos muy valiosos en el mundo, que nos pueden enseñar a
nosotros mucho que no sabemos, defensores que merecen todo
nuestro respeto, toda nuestra consideración y toda nuestra
admiración. El amor que tenemos por lo que hacem os, la
entrega, la mística. Aquí hay una militancia en el t rabajo de
derechos humanos, aquí hay una militancia.
F C, def ensor de derechos humanos.1
En la línea de fuego
Una condición especial del trabajo de derechos humanos de primera línea es
que, al involucrarse en este, los activistas, a su vez, se exponen a la violencia.
En la medida en que tratan de proteger otras vidas, ponen en riesgo la propia.
Según Amnistía I nternacional, en el año 2011, en Colombia fueron asesinados
45 defensores de derechos humanos y 29 sindicalistas, lo que la convirtió en el
lugar más peligroso del mundo a comienzos de la primera década del siglo 
1 Francisco Campo, entrevista con el autor (Barra ncabermeja, septiembre 20, 2005).
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Orígenes sociales de losderechos humanos
para realizar esta clase de trabajo.2 Al colocarse en la línea de f uego, los activis-
tas en Barranca ayudaron a revelar los vínculos existentes entre la violencia de
contrainsurgencia, la represión política más generalizada y las reclamaciones
por la justicia social. La decisión tomada por los grupos con sede en Barranca
de asumir la defensa de los derechos humanos fue, por lo tanto, una manera de
refutar la violencia y, al mismo tiempo, un intento realizado por una comunidad
de activistas de defender sus esfuerzos colectivos, en aras de la justicia social y
económica.
Credhos mantuvo una posición importante en Barranca a pesar de sufrir
una avalancha casi constante de ataques. Durante sus primeros cinco años de
existencia fueron asesinados seis miembros de la organización. Tres cofunda-
dores decidieron marcharse de Barranca, incluyendo al primer presidente de la
organización, para poder continuar trabajando en pro de los derechos humanos
desde afuera. El destino de muchos de los activistas en Barranca fue marcharse
del lugar o morir. En ese período los movimientos campesinos y sindicales
fueron azotados con particular dureza, pero seguirían luchando durante las
dos décadas siguientes. Ni siquiera la Iglesia católica fue inmune, ya que varios
sacerdotes activistas y obreros laicos en la región fueron asesinados o desplazados.
A medida que se intensicó la violencia paramilitar en los años noventa y que las
guerrillas incrementaron sus ataques, muchos movimientos sociales se unieron
a Credhos. El apoyo provino de grupos locales, nacionales e internacionales,
y la organización creció no solo en tamaño, sino en inuencia. Así mismo, lo
hicieron otros movimientos populares urbanos y rurales en la región. Para nales
de los años noventa, la Organización Femenina Popular () adquirió nueva
relevancia como voz de la comunidad contra distintas formas de violencia. Una
nueva generación de líderes campesinos encabezó protestas campesinas masivas
en 1996, 1997, 1998 y 1999.3 Durante la larga década de los noventa, Credhos
se sostuvo durante tres presidencias, cuya selección como voceros del grupo se
correspondió con las principales rupturas en la historia de Barranca: Jorge Gómez
2 Amnistía Internacional, Transforming Pain into Hop e: Human Rights Defende rs in the
Americas (Londres: A mnesty Internat ional, 2012), 18.
3 La mayoría de las protestas campesinas realizadas por estos años se hacen en el sur de
Bolívar. Esmeralda Prada M ., “Las luchas campesi nas en el Magdalena Medio, 1990 -2000”,
en Mauricio Archila , et al. Conictos, pode res e identidades en el Magdal ena Medio, 1990-
2001 (Bogotá: Colciencias-Cinep, 20 06), 193.

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