El destino de la revolución marxista en Centroamérica y el Caribe - Segunda parte. La novela de crímenes - La novela de crímenes en América Latina: un espacio de anomia social - Libros y Revistas - VLEX 857331101

El destino de la revolución marxista en Centroamérica y el Caribe

AutorGustavo Forero Quintero
Cargo del AutorDoctor Cum Laude en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, por un estudio sobre el símbolo del espejo en la novela histórica de Germán Espinosa, y Magíster en Études Romanes de la Universidad de la Sorbona (París IV)
Páginas131-152
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EL DESTINO DE LA REVOLUCIÓN MARXISTA
EN CENTROAMÉRICA Y EL CARIBE
La novela de crímenes tiene un espacio privilegiado en América Central y El
Caribe, donde la profunda brecha que existe entre el delito y la sanción se
vincula con el destino de la revolución marxista que le sirve de telón de fon-
do. Los escritores de Cuba, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Costa Rica,
Panamá o Puerto Rico dan cuenta de anécdotas, personajes y una situación
social que excede, a veces en poco, a veces en mucho, las pautas dadas por
el proyecto del hombre nuevo que proponía tal revolución. Así, en un con-
texto de anomia generalizado, que se caracteriza por regímenes dictatoriales,
guerrillas, pandillas de delincuencia conocidas en El Salvador como maras,
y narcotráfico, la realidad difiere en muchos aspectos del discurso revolu-
cionario, provocando la marginación y la desigualdad social tanto nacional
como regional. Adicionalmente, del mismo modo que ocurre con México
y su frontera, la supremacía económica y política de Estados Unidos en el
continente intensifica los conflictos regionales y favorece la consolidación
de grupos al margen de la ley. El bloqueo comercial, económico y financiero
impuesto a Cuba por más de cincuenta años por ese país, así como la inva-
sión militar estadounidense perpetrada en 1989 en Panamá, la violación del
derecho internacional por apoyo material y financiero del gobierno nor-
teamericano a los contrarrevolucionarios en Nicaragua, confirmada por la
Corte Internacional de Justicia en 1986, o la incorporación de Puerto Rico
como Estado Libre Asociado de Estados Unidos, supeditado —a pesar de
contar con su propio Senado y Cámara de Representantes— al control fiscal,
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Gustavo Forero Quintero
económico y social de Estados Unidos (cuyo Congreso tiene la potestad de
vetar cualquier acción tomada por la legislatura puertorriquense) constituyen
apenas algunos ejemplos.
Quizá por esta razón en este contexto más que en otro la novela de crí-
menes se identifica con la novela, así, simplemente. La condición anómica
incluye la propia condición del escritor inmerso dentro de relaciones sociales
y políticas derivadas de ese proyecto social de transformaciones socialistas.
La identificación con los valores del marxismo, su distanciamiento respecto
de estos o su abierta oposición le granjea premios o rechazos. En efecto, hay
un común denominador de interés literario en esta región que permea su li-
teratura y sobrepasa al individuo: la política. Comulgar o no con los ideales
y valores del régimen cubano, por ejemplo, puede poner en las antípodas al
escritor, consagrándolo o aislándolo. Hablar sobre la guerra civil en El Salva-
dor parece una obligación, como hablar de la violencia urbana en Honduras
y Guatemala. Abstenerse de hacerlo parece mandato en Nicaragua. Costa
Rica y Panamá aparecen en diferentes títulos como puentes por donde van
y vienen los distintos agentes de la revolución, aquellos que la defienden o
la atacan, y el capital o las armas que la alimentan. La variedad de escrito-
res, a menudo exiliados, de línea política evidente, alternan con aquellos
que buscan una perspectiva más personal que ideológica y quienes por una
razón u otra son celebrados o repelidos por la industria editorial. De esto
se trata justamente el análisis de la condición anómica del género literario,
que, como se ha dicho, puede incluir la anomia del escritor mismo domi-
nado por sentimientos “de soledad, angustia, espanto, ‘la nausea’ ([como]
Sartre), ‘el desasosiego’ (Pessoa), la indolencia, ‘el aburrimiento’ (Moravia),
la desorientación, la confusión, la falta de sentido y un largo etcétera” (229),
según precisa Irene Martínez Sahuquillo (1998). Esta última circunstancia
pone de manifiesto la dualidad existente en la misma teoría de la anomia
respecto a la responsabilidad individual o social frente a los delitos, así como
la incidencia —ya mencionada como variable central en este género— que
el modelo neoliberal y capitalista ha tenido en la marginación de la región,
no solo en términos económicos, sino también sociales y políticos, en contra
de la ciudadanía centroamericana y en favor de los intereses de países domi-
nantes como Estados Unidos.

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