Un paseo foto-sociológico por el mundo del desaparecido transnacional
Autor | Gabriel Gatti/Gustavo Germano |
Cargo del Autor | Programa Mundos de Víctimas, Centro de Estudios sobre la Identidad Colectiva, Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea/Fotógrafo |
Páginas | 269-285 |
269
UN PASEO FOTO-SOCIOLÓGICO
POR EL MUNDO DEL DESAPARECIDO
TRANSNACIONAL
Gabriel Gatti1
Gustavo Germano2
aviso: socióloGo desesperado. perdió
el lenGuaje. ref.: GG3
¿Con qué lenguaje hablar de esto? ¿Se puede? La desaparición
extermina. Extermina identidades. Extermina cuerpos, vivos y
muertos. Extermina rastros y restos. No deja nada a su paso, ni
siquiera palabras. No parece dejar más opción inteligente que
el silencio o el balbuceo ¿O sí la hay?
1 Programa Mundos de Víctimas, Centro de Estudios sobre la Identidad Co-
lectiva, Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea.
2 Fotógrafo.
3 Párrafos de esta primera sección están, con modificaciones sustantivas, tomados
de Gatti, 2014: cap. 5.
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Gabriel Gatti, Gustavo Germano
Edmundo Gómez Mango, analizando la obra de Juan Gelman
y su apuesta por conformar algún lenguaje para la desaparición,
se interroga sobre qué palabra usar ahí, cuando la palabra se
pelea con las cosas, cuando ya no funciona como funciona en
situaciones normales: “¿Cómo el verbo poético se apropia del
lamento y lo lleva hasta el canto? ¿Cómo la tristeza del duelo,
de la separación, del exilio, inspiran el verbo y se hacen palabra
poética?” (2004: 40). Con lenguaje, dice, pero deslenguado, con
palabra, afirma, pero rota: “La desgracia suele volvernos mudos
y a veces el dolor solo se expresa por el grito o el lamento. Pero
la experiencia del dolor ¿podría hacerse verdaderamente fuera
del lenguaje?” (ibid.: 54). La “solución Gelman” usa el dolor
y hace de esa quiebra una posibilidad expresiva, la única posi-
ble porque es la única ajustada a esto: “hablarte o deshablarte
/ dolor mío / manera de tenerte / destenerte”, escribe el poeta
(ibid.: 60). La identidad quebró, la desidentidad que luego llega
no se puede contar así nomás. Pero se puede contar:
La lengua misma es dolor: la palabra atormentada se retuerce, se
deforma; trata no solo de decir el padecer del alma, sino que ella
misma se vuelve tormento, tortura, lengua desgarrada, descuartiza-
da. El poema debe a la vez “hablar y deshablar” el dolor, “tenerlo”
y al mismo tiempo “destenerlo”. La lengua hiere las palabras, las
desfigura, las hace “regresar” hacia el balbuceo, muy cercanas al
sollozo o al grito, las “deshabla”. (ibid.: 61)
El lenguaje disponible no sirve, pero se puede hablar, pese
a todo, aunque no de cualquier modo. En Imágenes pese a todo
(2004), Didi Huberman argumenta que los campos de la Alema-
nia nazi “fueron los laboratorios, las máquinas experimentales
de una desaparición generalizada […]: de la psique, […] del
vínculo social […], un infierno fabricado también por hombres
para hacer desaparecer la lengua” (ibid.: 39). Un proyecto de
desaparición de todo eso y, además, de la posibilidad de hablar
de ello (“Desaparición de las herramientas de la desaparición”
[ibid.: 41]) y de su recuerdo (“Desaparición de la memoria de
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