Prolegómeno. Para un concepto científico de desaparición - Desapariciones. Usos locales, circulaciones globales - Libros y Revistas - VLEX 857319441

Prolegómeno. Para un concepto científico de desaparición

AutorGabriel Gatti
Cargo del AutorProfesor titular de Sociología en la Universidad del País Vasco (España)
Páginas13-32
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PROLEGÓMENO
Para un concepto científico de desaparición
Gabriel Gatti1
El nombre está por todas partes, en los informes, en las conversa-
ciones. Aparece cuando se habla de Argentina, Chile o Uruguay
en los setenta, o de México o Colombia hoy; o si miramos atrás y
lejos y pensamos en la guerra civil española o en el gulag ruso en
los treinta, o en la Alemania nazi de los cuarenta, o en la Argelia
colonial de los sesenta, o en la Camboya de los jemeres rojos en
los setenta, o en Bosnia, en la guerra de los noventa. Por todas
partes, en efecto, donde hubo lo que llamamos hoy “graves
vulneraciones de los derechos humanos”, aparece la palabra.
También aparece en otros lugares de menor densidad polí-
tica, muy presentes cuando de sufrimiento se trata: las islas de
Lesbos o de Lampedusa, mejor, en el mar que lleva hasta ellas,
un Mediterráneo convertido en fosa para miles de desplazados,
fugados, refugiados, sujetos sin nombre; o entre los nombrados
como homeless o sdf, sujetos oscuros, invisibles, sujetos sin; y
1 Programa Mundos de Víctimas, Centro de Estudios sobre la Identidad Co-
lectiva, Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea.
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Gabriel Gatti
en el ancho territorio más allá de la verja de Melilla; o en el de-
sierto de Arizona para los que buscan pasar al otro lado; o en las
fosas repartidas por todo México para los que desean alcanzar
el promisorio norte; o en los lugares de trata de cuerpos de mu-
jeres; o en las fosas en las que yacen sus despojos, malmuertos,
en Argentina, en Portugal, en México, en Chequia…
También ahí se usa la palabra. Ya no hay dónde no. Son
cientos, miles de casos. Millones. Viejos y nuevos, cercanos y
lejanos. Todos son —o los nombramos como— desapariciones,
como desaparecidos. La categoría, en efecto, ha hecho furor, se
ha pluralizado, se ha transnacionalizado, se ha consagrado in-
cluso en forma de convención internacional. Ha tenido éxito,
se ha naturalizado, se ha convertido en evidencia y se expande
y crece, colonizando territorios cada vez más lejanos de los de
sus orígenes. Nació en Argentina en los setenta y hoy acompaña
al abducido por el mar Mediterráneo, al expulsado de cualquier
lógica, a la mujer asesinada en Juárez…
¿Qué ha ocurrido para que se diera este proceso? ¿Qué ex-
plica que haya sido tan rápido? ¿Cómo es que se da en tantos
lugares y tan distintos? ¿Tiene sentido llamar a todo eso por el
mismo nombre? Y puesto que se hace, ya que desaparecido, des-
aparición o desaparición forzada viajan y piensan y nombrar tanta
cosa, ¿qué hacemos? ¿Lo celebramos (por humanitariamente
eficaz)? ¿Lo cuestionamos (por analíticamente poco riguroso)?
¿Lo aprovechamos (por socialmente creativo)?
Para contestar estas preguntas, en este prolegómeno intentaré
hacer un doble trabajo: primero, desnaturalizar las categorías de
desaparición y de desaparecido, luego sistematizarlas. Apoyán-
dome en una breve genealogía, delimitaré las dos ampliaciones
del sentido originario de ambas: una, hacia otras afectaciones de
los derechos humanos, otra —la que más me interesa ahora—
hacia la vida social cuando se extraña de sí misma. Tras esas
dos ampliaciones me gustaría proponer un “concepto científico
de desaparición”, un ccd,2 esto es, una herramienta con la que
2 El lector o la lectora familiarizado(a) con la jerga de la desaparición forzada

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