La teoría económica y la lógica del mercado - Incertidumbre y riesgos en decisiones financieras - Libros y Revistas - VLEX 426061982

La teoría económica y la lógica del mercado

AutorRafael Bautista Mena
Páginas99-139
La teoría económica y la lógica del mercado
99
RAFAEL BAUTISTA
La práctica de la economía consiste principalmente en hacer elecciones
de qué consumir o producir, dado que todos los bienes son escasos.
Esta necesidad de elección frente a la escasez constituye por lo tanto
el fundamento de todas las teorías económicas. La importancia de esas
teorías reside en que, ante la escasez, es necesario llegar a algún tipo
de arreglo social que permita la distribución de los bienes de los cuales
venimos dotados por la naturaleza, o que son objeto de producción. A
medida que las poblaciones humanas crecen, crece con ellas la urgencia
de tener algunos principios que guíen los procesos de producción y de
distribución de los bienes. Entre los economistas de profesión se pueden
distinguir grosso modo dos grupos, según el rol que desempeñan dentro de
la disciplina: primero aquellos que de alguna manera tratan de construir,
y últimamente también con frecuencia descubrir, reglas, mecanismos,
o principios básicos que subyacen a la actividad económica, desde un
punto de vista un tanto abstracto; éstos son en gran medida los generadores
primarios de lo que se conoce como la teoría económica. También
están aquellos que se dedican a tratar de determinar las convenciones o
formas en las cuales la abundancia o escasez resultante de las actividades
económicas podría distribuirse mejor, según algún conjunto de criterios y
restricciones de origen social y cultural. La rama disciplinaria que describe
su actividad es la economía política.
CAPÍTULO 6
La teoría económica
y la lógica del mercado
Incertidumbre y riesgos en decisiones nancieras
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En orden de importancia para el estudio de la economía, el tema de los
incentivos es segundo sólo al concepto de escasez. De hecho, es más
apropiado referirnos al problema de los incentivos: ¿por qué un individuo
o un grupo de individuos querría dedicarse a la producción (o el consumo)
de determinados bienes? ¿Bajo cuáles condiciones podrían (o estarían
dispuestos a) realizar la actividad de producción? La teoría económica
centrada en el mecanismo del mercado propone que el principal incentivo
para producir o consumir un determinado bien proviene del precio. El
precio indica cuando un determinado bien presenta un atractivo para
que se incremente o se reduzca su producción. Los agentes productivos
actúan movidos esencialmente por el interés de aumentar su propia
riqueza, independiente de otras motivaciones. Según Adam Smith (1776),
la búsqueda por parte de cada quien de su propio provecho es la manera
en que a la postre se maximiza la riqueza total de la sociedad. Quien
produce un bien “busca sólo su propia ganancia, y él está guiado en éste
y en muchos otros casos por una mano invisible para promover un n
que no era parte de sus intenciones…” Esta metáfora de la mano invisible
constituye una de las intuiciones más inuyentes y poderosas de la historia
de Occidente.
Sin embargo, existen circunstancias bajo las cuales el mecanismo del
mercado presenta fallos en producir lo que se necesita a un precio accesible
para la mayoría (precio demasiado alto). Otra forma de fallo puede
ocurrir cuando se produce en exceso algo que se presume puede traer
consigo un daño social a largo plazo (precio demasiado bajo). Entonces
el estado debe intervenir con medidas que reconguren la relación entre
la producción y el consumo del bien sujeto a cuestionamientos. En
general, el problema se centra en cómo lograr que la gente haga lo que
parece necesario para mejorar su condición de vida, o para que altere
una conducta que es aparentemente perjudicial, desde algún punto de
vista. Estamos entonces de vuelta a la pregunta: ¿cuáles son los incentivos
correctos?
Para crear algún tipo de tejido conceptual, que ayude a explicar y a unicar
una gran variedad de manifestaciones y fenómenos de carácter económico,
es indispensable partir de ciertas herramientas para su conceptuación. Las
herramientas que inicialmente se apropiaron las teorías económicas tienen
su inspiración en otras teorías formales dentro del ámbito de las ciencias
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RAFAEL BAUTISTA
naturales, notoriamente la física. En particular, las formas teóricas que
han dominado el campo de la economía desde mediados del siglo veinte
tienen un carácter marcadamente matemático. Dado ese carácter, Stiglitz
y Walsh (2002) agrupan las herramientas de conceptuación propias de la
teoría económica dentro de tres categorías:
1. Deniciones que son identidades. Es decir, armaciones que no
pueden ser falsas, tales como la demanda agregada se dene como
la suma de las demandas individuales”.
2. Supuestos conductuales. Los cuales son el punto de partida para toda
la teoría económica. Estos supuestos dan por sentado un modelo de
las actitudes y preferencias de los individuos y de determinados grupos
frente al consumo y la producción, a partir de los cuales se siguen
predicciones acerca de las consecuencias de determinados eventos
económicos.
3. Hipótesis de equilibrio. En particular las aplicadas a los ujos de oferta
y demanda en los mercados, en donde la asunción de que existe un
equilibrio signica que existen condiciones de relativa estabilidad entre
la oferta y la demanda, que permiten una denición sucientemente
clara del precio. En general, esta hipótesis usa la metáfora de “fuerzas”
contrapuestas dentro de la economía real; así, los objetivos de
investigación se centran en demostrar que estas fuerzas con mucha
frecuencia alcanzan un punto de compensación y qué ocurre cuando
ese punto se alcanza.
La construcción de la mayoría de las tesis económicas gira en torno al uso
repetido y creativo de estas tres herramientas. El exponente arquetípico de
cómo obran en conjunto es la construcción teórica de las “leyes” de oferta
y demanda, y de todo el aparato concomitante de la teoría de los mercados.
Nótese que en este conjunto básico de herramientas conceptuales no
hay cabida directa para el estudio de fenómenos que sean de naturaleza
dinámica con escalas cortas o moderadas de tiempo. Es decir, la estructura
conceptual esbozada por los tres elementos mencionados no está realmente
equipada para enfrentar problemas en los cuales los cambios temporales
resulten importantes.
La existencia de los mercados depende fundamentalmente de la voluntad
de muchos individuos y agrupaciones de individuos que tienen el interés
y la posibilidad de intercambiar bienes a través de un bien equivalente

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