Delitos contra el régimen constitucional y legal - Lecciones de derecho penal. Parte especial - Libros y Revistas - VLEX 950140591

Delitos contra el régimen constitucional y legal

AutorSandra Jeannette Castro Ospina
Páginas216-268
IT RO DU CC N
La tendencia del ser humano al crecimiento social y colectivo, así como su
inclinación a la justicia y a la verdad, le compelen a buscar la libertad; estas
características explican su reacción contra el poder a lo largo de la
historia{114}. Puede decirse que la inconformidad es característica innata del
hombre, pues este siempre estará en búsqueda de cambios y no lo satisfará
nada, porque es su convicción que “la hierba es más verde del otro lado de
la cerca”{115}.
Desde la perspectiva de la biología, la sicología y la ética, son válidas las
manifestaciones de inconformidad y la pretensión de obtener un cambio
para el progreso; pero un ser humano racional, equilibrado y tolerante sabe
que su verdad no es absoluta. El reconocimiento de los otros le impide
imponer su cosmovisión y usar la violencia con tal propósito{116}.
El inicio de cualquier cambio siempre empieza por el individuo y su
entorno más cercano, luego es posible su extensión a la comunidad. Un
movimiento de resistencia colectivo sin la transformación individual creará
nuevas luchas internas y motivos de inconformidad e intranquilidad, por
causa de la inmadurez y ausencia de disciplina de sus miembros. Ya
reconocía Gandhi que en su movimiento se incurrió en lo que él denominó
el “error himalayo”: en su sentir, un satyagrahi{117} debe haber obedecido
las leyes de la sociedad con inteligencia y por sus propios deseos de
hacerlo:
. . . únicamente cuando una persona ha observado escrupulosamente las leyes de la
sociedad, está en condiciones de juzgar si alguna ley en particular es buena o justa, o
es injusta y perniciosa. Solo entonces tiene derecho a la desobediencia civil con
respecto a ciertas leyes, en circunstancias bien definidas. Mi equivocación residió en
no haber comprendido a tiempo esta limitación. Llamé a la población a unirse a la
desobediencia civil antes que estuviera calificada personalmente para hacerlo, y este
error me pareció de la misma magnitud que las montañas del Himalaya [...]
Comprobé que antes que un pueblo se encuentre en condiciones de participar en la
desobediencia civil, debía comprender las más profundas implicaciones de esta
actitud.{118}.
Equivocadamente la lucha contra el poder establecido ha sido asociada con
el empleo de la violencia, pese a que existen valiosas referencias que
permiten demostrar cambios sociales y políticos con la no-violencia o la
ahimsa{119}.
La resistencia no violenta no es un método para cobardes, sino para seres
fuertes, porque no agreden a su oponente pese a sus provocaciones;
mientras permanecen pasivos físicamente, son activos espiritualmente. Uno
de los principios que rige este método es la disposición a aceptar el
sufrimiento sin queja alguna y a recibir los golpes sin responder. Además, la
fortaleza para no perturbarse por las agresiones no solo evita las reacciones
físicas, sino las espirituales, pues se rehúsa a golpear al oponente y también
a odiarlo. El objetivo no es derrotar al oponente, sino comprenderlo{120}.
Probablemente el antecedente más remoto de una valiente oposición no
violenta contra la orden injusta de un soberano fue el protagonizado por una
mujer, Antígona, hija de Edipo, quien dio sepultura a su hermano Polinices,
pese a que su tío Creonte, el rey, prohibió su entierro por considerarlo un
criminal. Polinices se había exiliado y había regresado a luchar contra el
orden establecido en Tebas, pero encontró la muerte en el campo de batalla,
de manos de su hermano Etéocles, a quien también dio muerte. Al reclamo
de su tío Creonte por pasar por encima de la ley, Antígona respondió:
No era Zeus quien me la había decretado, ni Dike, compañera de los dioses
subterráneos, perfiló nunca entre los hombres leyes de este tipo. Y no creía yo que
tus decretos tuvieran tanta fuerza como para permitir que sólo un hombre pueda
saltar por encima de las leyes no escritas, inmutables, de los dioses: su vigencia no es
de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe cuándo fue que aparecieron [.]
[Y más adelante a las recriminaciones de Creonte, respondió:] [T]odos éstos te dirían
que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía
tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en
gana{121}.
La legitimidad de las autoridades y de sus leyes está asentada en el
consentimiento activo o pasivo de los ciudadanos; cuando se resquebraja o
divide, el poder se pierde y la fuerza del gobernante no solo resulta
debilitada, sino también deslegitimada{122}. Esto lo comprendieron y
aprovecharon muy bien Gandhi y Martin Luther King . El primero logró,
con su movimiento de resistencia civil, que fuera reconocida autonomía a la
India por parte del Gobierno británico en el seno de la Commonwealth{123}:
esto sucedió el 15 de agosto de 1947;
y Martin Luther King , con su campaña no-violenta a favor de la
igualdad racial, obtuvo que el 3 de julio de 1964 fuera firmada por el
presidente Lyndon
Johnson la Ley de los Derechos Civiles, en la cual fue considerada ilegal
la discriminación racial.
También en Colombia lo entendieron quienes, en mayo de 1957,
lideraron un paro general y pacífico para obtener la dimisión del general
Gustavo Rojas Pinilla ; así mismo, los miembros de la Asociación de
Trabajadores Campesinos del Carare -ATCC- quienes desde 1987 han venido
desarrollando un proceso de pacificación sin violencia en su región{124}.

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